ïairue Nagïni - Sal de Vida: Biodiversidad como educación sexual
"Este trabajo es resultado de un esfuerzo colaborativo de muchos años, que ha sido muy difícil no solo de construir, sino también de comunicar y de encontrarle un nicho en el conjunto de la producción de conocimiento. Esta obra busca representar un conocimiento y discurso potente y holístico sobre el ser humano y la naturaleza: el discurso-rafue de la sal.
En un sentido simbólico y espiritual, el concepto de sal se refiere a la potencia fecundadora presente en todos los seres vivientes y es la base de los principios de formación de los seres humanos y del manejo de sus relaciones. Este discurso está expresado en una lengua nativa, el Murui (o Uitoto), por un anciano profundo conocedor de su lengua y cultura, Oscar Román Jitdutjaaño, quien ha interactuado con los científicos por muchos años – aunque no siempre en condiciones de equidad y mutuo entendimiento. Esta obra nace de intereses conjuntos, siguiendo caminos muy disímiles, pero convergiendo en una preocupación singular sobre las relaciones humanas y la vida.
Los dos autores nos conocimos en el contexto de los proyectos de desarrollo en la Amazonia, y ambos, cada uno desde su perspectiva y experiencia, percibía que algo andaba muy mal en el desarrollo de esos proyectos, en términos de generar entendimiento y enriquecer a ambas partes: los promotores de los proyectos y las comunidades involucradas. Es así como planteamos un proyecto de investigación – formulado en términos que parecían de etnobotánica – cuyo objetivo último ha sido una indagación crítica de los proyectos de desarrollo.
Este proceso nos ha planteado desde el inicio una crítica a la separación entre ciencias naturales y ciencias sociales (porque estábamos partiendo de la botánica para estudiar las relaciones sociales), y una posición auto-reflexiva inherente, porque nuestro proyecto era al mismo tiempo parte del objeto (otro proyecto en el cual se podrían reproducir las relaciones, no siempre simétricas ni felices, entre investigadores y comunidades). Al involucrar investigadores de varias disciplinas (botánica, química, antropología), además de investigadores indígenas, el proyecto comenzó a generar productos muy disímiles que parecían responder a diferentes ideas sobre cuál era su objeto.
El verdadero objeto de este libro no es “la sal”, sino las relaciones entre sujetos sociales que construyen objetos diversos. Este libro representa esos diversos objetos, cada uno en su lenguaje y su forma, dándole un lugar a cada uno y buscando hacer fluir las relaciones entre ellos. El objeto del proyecto que formulamos fue “la sal vegetal”, y de eso se ocupan los académicos: identificar las especies botánicas de las cuales se extrae la sal, analizar su composición química, documentar los usos de la sal, los procesos técnicos de su elaboración, etcétera.
Pero el objeto del conocimiento indígena en este proyecto es inmensamente más potente. Porque la sal es apenas un punto de partida para una reflexión sobre las relaciones, comenzando por las relaciones que dieron forma al mundo, a la naturaleza y a los seres humanos, que son las relaciones de fecundación y crecimiento, y que están presentes en el cosmos, los ecosistemas, en las comunidades, en la pareja, y sin lugar a duda, también, en los proyectos de desarrollo y cooperación. Cuando decimos que son relaciones sexuales estamos empleando este término en su sentido más lato: sal quiere decir “deseo”, lo que cada uno de los seres vivientes quiere, anhela, busca. Toda relación, todo proyecto, toda empresa implica el encuentro de deseos, y ese encuentro es delicado porque puede conducir a fecundidad y vida o a “violación” y “aborto” – si no se maneja bien.
En el proyecto, el desenvolvimiento de ese inmenso objeto se dio a partir de un extenso discurso (el rafue de la sal) articulado en términos de otra lógica y otra ontología a las de la ciencia. El punto de articulación de ambas perspectivas y objetos son las especies vegetales y sus sales. Es por eso por lo que este libro se titula “biodiversidad como educación sexual” – porque la vida de las plantas mismas nos enseña sobre el manejo del deseo y las relaciones (“educación sexual”), que es lo que más nos está haciendo falta para manejar los proyectos de desarrollo, los diálogos de paz, y para construir una nación que se nutra y teja de sus múltiples lenguas y culturas."
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