Colectivo De Comunicaciones Montes De María
"Desde la Banca Rota del Parque al Vuelo del Mochuelo
Nuestra organización es una escuela sin paredes. Nació hace 26 años, el 1º de septiembre de 1994, con el propósito de aprender a narrar la cotidianidad montemariana desde la Comunicación para el Cambio Social. Muy pronto la escuela se convirtió en miles de imágenes en movimiento y registros audiovisuales de voces que contaban y cantaban lo que vivíamos en el territorio: la siembra y la cosecha, la rueda de gaitas, el clarinete, el telar, las mujeres artesanas, el mochuelo cantor y su vuelo libre.
Escuchamos al territorio y aprendemos con ellos y ellas a narrar con las herramientas de la producción y realización audiovisual y, de la investigación etnográfica, mediante la promoción, ejercicio y tutela de los derechos de las comunidades a transformar la realidad reconociendo su dignidad como sujetos políticos que trabajan para vivir como lo han soñado.
Hemos desplegado diferentes plataformas para que esa narración ancestral emerja y se fortalezca sin mediación diferente a la memoria, la experiencia y los proyectos de vida de las comunidades. El Cine Club Itinerante La Rosa Púrpura del Cairo; la Escuela y su Festival Audiovisual, la otra FAMMA de los Montes de María; la Red de los Colectivos de Narradores y Narradoras de la Memoria, el Semillero de Investigación de Mochuelos Cantores y productores audiovisuales; el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María- El Mochuelo-, son los lugares de encuentro y creación que encarnan la esencia del proceso, su sentido y su compromiso por el territorio.
En la partitura de la guerra, la mentira, el silencio y el miedo terminan por acunar una única explicación de la realidad y la versión de los vencedores se convierte en la justificación para la muerte de miles de personas. Cuando la guerra llegó y mandó a callar, dejamos de ser personas con memoria y con sueños para convertirnos en las cifras en el botín de la guerra y sus intereses.
En nuestro territorio urgía contarle al mundo lo que nos estaba pasando desde nuestras propias voces, necesitábamos hablar y necesitábamos ser escuchados porque nuestra memoria y nuestra identidad fueron condicionadas a los relatos oficiales de todos los bandos. La visión propia y comunitaria del territorio se interrumpió violentamente cuando se impuso un orden ajeno y avasallador. Sin proyectos de vida y con la memoria del trabajo comunitario y organizativo en vilo, la escucha atenta y la custodia de las narraciones territoriales constituyen la única posibilidad de reparar, reconstruir, reconciliar, resistir, re-existir.
Trabajamos escuchando y promoviendo la narración bajo el principio del respeto profundo por los saberes, experiencias y anhelos del territorio. Nos concentramos en la generación de plataformas y estrategias de pedagogía ciudadana que promuevan el bienestar comunitario y el fortalecimiento organizativo con mujeres, jóvenes, niños y niñas, campesinos, gestores culturales, artistas y personas sobrevivientes a la guerra en los Montes de María. La narración que activa, escucha y protege esas voces, reconoce que ese espacio político es el lugar en el cual la transformación es posible porque con la palabra viene la reflexión, la valoración del otro y de la otra, el reconocimiento de lo que significa ser y estar en situaciones que deberían ser diferentes, pero especialmente, porque allí es posible volver a soñar, recordar, entender, construir con otros y otras, en la Común-Unidad, juntos y juntas en colectivo.
Además, podemos resumir esta apuesta y proceso, así como lo describe la maestra Clemencia Rodríguez en el estudio de caso, descrito en el libro Lo que le Vamos Quitando a la Guerra Pag. 38:
“Construir País desde lo Pequeñito: Un espacio de Comunicación para un Imaginario Colectivo Alternativo” Para muchas mujeres, niños y jóvenes de Montes de María, el Colectivo ha abierto un espacio social y cultural en el que formas alternativas de relacionarse con los demás pueden ser “normales”. Uno de los logros más significativos del Colectivo es su capacidad para crear un ethos (conjunto de valores) diferente. Trabajando en una región donde la forma del tejido social ha estado fuertemente influenciada por la ausencia de un Estado precario, los sistemas clientelistas y el conflicto armado, el Colectivo cultiva un conjunto de valores que aplican a todas y cada una de las personas que quieran ser sus miembros.
Tan pronto como se atraviesa la puerta del Colectivo, se ingresa a un imaginario colectivo diferente; las cosas se hacen de una manera distinta; la gente recibe un tratamiento distinto; el sentido común del Colectivo no es el mismo de afuera. Wilgen Peñaloza describe el Colectivo de esta manera: “Es un espacio diferente que te ayuda a despertar; pronto te das cuenta de que aquí hay una manera distinta de mirar, de hacer, de sentir. El Colectivo es como una familia alterna; te ofrece cosas que muchas veces ni siquiera tienes en tu propio hogar (...). En medio de todas estas situaciones tan difíciles [de violencia], el Colectivo es como un faro que te permite ser como eres, que te reconoce por lo que eres y donde puedes reconocer a los demás por lo que son... eso es lo que hacemos aquí, estamos construyendo país desde lo pequeñito”.
(Wilgen Peñaloza, comunicación personal, 6 de junio de 2004).
Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21
Premio Nacional de Paz 2003.
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