Fundadores

Alejandro Ángel Escobar y María Restrepo de Ángel - 1950

Alejandro Ángel Escobar 1903 - 1953

Alejandro Ángel Escobar, nació en Medellín en 1903, época en que la fortuna de su padre, el empresario antioqueño Alejandro Ángel Londoño ya estaba consolidada. El señor Ángel Londoño fue gran exportador de café, gestor de nuevas industrias y uno de los hombres más ricos del país. Cuando contaba apenas 3 años, Alejandro Ángel Escobar y toda su familia se trasladaron a Nueva York, donde Alejandro Ángel Londoño había abierto una oficina de negocios.
El Colombiano, c.a 1953
Gracias a la fortuna de Ángel Londoño y a su visión no provinciana, sino abierta al mundo, Alejandro Ángel hijo recibió la educación básica en Nueva York, los estudios de secundaria en la Georgetown Preparatory School cerca de Washington, y los universitarios, de Economía, en Cambridge, Inglaterra “donde pudo darse cuenta de la poderosa y benéfica labor cultural y educativa que desempeñan en esos países las fundaciones. De ellas dependen, en ese ambiente, grandes y muy prestigiosas universidades, importantes centros de investigación y no pocas instituciones dedicadas a la promoción de las ciencias y de las artes”.
En 1927, con 24 años, Alejandro Ángel Escobar regresó a Medellín. “Para volver a adaptarse a su país, así como para empaparse de los negocios de su padre, realizó en sus empresas locales todos los oficios, desde mensajero hasta gerente. Por la complejidad de sus negocios vio la necesidad de estudiar leyes y se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana, primero, y luego en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en Bogotá, donde los concluiría.”
A finales de la década del cuarenta Ángel Escobar ya había concebido la idea de crear una Fundación y “durante un viaje a Suecia, estuvo investigando con gran curiosidad el funcionamiento de la Fundación Nobel. Al mismo tiempo se interesó mucho por la labor de la Fundación Rockefeller en Latinoamérica. Fue así como para principios de 1949, la idea ya estaba consolidada: A su muerte dejaría un legado para formar una fundación que apoyara –mediante la entrega de premios– tanto a los autores de descubrimientos o realizaciones científicas, por un lado, como a los inspiradores y ejecutores de obras insignes de caridad.”
La Repúbica, 5 de mayo de 1956
En su corta y activa carrera de director de empresas fue industrial, comerciante, agricultor y ganadero. Introdujo semillas, pastos y nuevas ganaderías al país. Fue también Ministro de Agricultura, de 1950 a 1951, en el gobierno de Laureano Gómez. Durante su ejercicio modernizó las labores del ministerio; adquirió para el ministerio los terrenos donde funciona el Centro de Investigaciones Tibaitatá, entre Madrid y Mosquera, Cundinamarca; fomentó la investigación científica; propició la creación del Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, y de la Federación Nacional de Ganaderos. Falleció en Medellín el 8 de mayo de 1953.

María Restrepo de Ángel 1905 - 1990

La existencia de la Fundación Alejandro Ángel Escobar está indisolublemente ligada a doña María Restrepo de Ángel, quien nació en noviembre de 1905 en Medellín; novena entre doce hijos, su padre fue Camilo C. Restrepo Callejas, ingeniero, destacado hombre público, pionero del desarrollo vial de Antioquia tanto por carretera como por ferrocarril; a su madre, la distinguida dama Ana Mejía Trujillo, se le recuerda por su altruismo y por sus entretenidas crónicas familiares que retratan la vida de comienzos del siglo XX.
Doña María recibió la formación tradicional de las jovencitas de la alta sociedad de Medellín, iniciando sus estudios en el colegio del Sagrado Corazón; posteriormente viajó a Europa para complementarlos y aprender inglés y francés. Don Alejandro Ángel había regresado al país en 1927 y en 1930 contrajeron matrimonio. Fue doña María la mejor intérprete del sentido profundamente ético y de servicio que animó la vida de don Alejandro. Lo acompañó en 1949 a visitar la Fundación Nobel en Estocolmo, y allí se fortaleció la idea de crear una fundación en Colombia para devolver a la sociedad –dentro del mejor espíritu filantrópico- parte de lo que habían recibido.
Fue un gran acierto de don Alejandro, conocedor de las capacidades de doña María, haber puesto bajo su cuidado la Fundación. Tuvo ella una participación e influencia grandísimas en la brillante carrera pública de su esposo. Y en 1953, a su muerte, no vaciló en llevar a cabo la ejecución de su voluntad. Para ello se rodeó de los mejores asesores: miembros de la junta directiva, consejeros económicos, jurados de los concursos. Por su inteligencia, distinción y simpatía personal siempre tuvo acceso a los más destacados sectores de la cultura, la academia, la sociedad. Y sus miembros no vacilaron nunca en asesorarla cuando fueron llamados para conformar los jurados o para dar un consejo.
La Repúbica, 5 de mayo de 1956
Tuvo además la suficiente determinación personal para asumir los retos que la Fundación exigía para adecuarse a las nuevas épocas. Varias reformas a los estatutos fundacionales se hicieron, con la asesoría de los abogados, cuandoquiera que fue necesario. Asimismo, no vaciló en darle a la Fundación sus recursos propios en numerosas ocasiones.
No solo las instituciones ganadoras de los Premios recibieron el apoyo económico que tanto necesitaban. Muchas otras, especialmente las que trabajan con ancianos o personas en alto riesgo, fueron visitadas o conocidas por doña María y de manera muy discreta, como siempre actuó, les entregó una donación personal, que las fortaleció en momentos de grandes dificultades.
Doña María falleció en noviembre de 1990; sin embargo su espíritu, su enseñanza, su carácter, continúan siendo la directriz fundamental de la Fundación.
El legado que don Alejandro Ángel entregó hace más de sesenta años pudo convertirse en una realidad gracias al desvelo, la inteligencia, la capacidad y la generosidad de doña María Restrepo de Ángel. Por eso la Fundación Alejandro Ángel Escobar puede mostrar con orgullo una obra excelente, altruista, desinteresada como ninguna otra en el país. De ello dan fe quienes han obtenido los Premios Nacionales de Ciencias y Solidaridad, que siguen siendo sin lugar a dudas el más alto reconocimiento a la investigación científica y al trabajo en beneficio de la comunidad en Colombia.
El Tiempo, 8 de mayo de 1955
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