Batallas contra la lepra: Estado, medicina y ciencia en Colombia.
En este trabajo se examinan las circunstancias sociales, políticas y culturales del fenómeno de la lepra en Colombia que han hecho de esta enfermedad parte significativa de la historia del país. A partir de una síntesis de la literatura histórica sobre la lepra en la Europa medieval, se muestra la dificultad inherente a intentar construir una historia continua de la enfermedad, como si fuera un objeto natural. Asimismo, se examina el final del periodo colonial en La Nueva Granada, cuando la lepra recibió el nombre de elefancia y se describe la atención que esta dolencia recibió por parte de los administradores coloniales ilustrados interesados en el mejoramiento de la población. A finales del siglo XIX, la lepra fue definida como una enfermedad infecciosa al tiempo que los europeos descubrían lepra en el mundo colonial. Así, la lepra fue definida como una enfermedad tropical, peligrosa, incurable y altamente contagiosa. El desconocimiento del modo de transmisión de la lepra, su largo periodo de incubación y su lenta evolución, justificaron las medidas mas severas de segregación de leprosos que se aprobaron virtualmente en todos los países endémicos. En Colombia, dos procesos se desarrollaron en forma paralela en el último tercio del sigo XIX: la profesionalización de la medicina y la reconstrucción de la lepra como una enfermedad infecciosa. Hacia 1870, huyendo de vecinos hostiles, los enfermos fundaron aldeas de leprosos que recibieron el nombre de lazaretos y que se sostenían de donaciones de caridad. La comunidad Salesiana y las Hermanas de la Caridad se instalaron en los lazaretos otorgando a los enfermos aceptación social, a la vez que adquirían poder sobre una vasta población. Entre tanto, la medicina se convertía en una profesión y los médicos organizados en academias científicas adoptaban los modelos bacteriológicos de explicación de las enfermedades. Provocar el temor a la infección de la lepra por medio de la exageración del número de infectados se convirtió para los médicos en una manera de persuadir al gobierno de su competencia científica y de construir su autoridad cultural. Los médicos iniciaron una campaña para medicalizar la lepra que arrojó como resultado la aprobación de las primeras leyes que ordenaban el aislamiento obligatorio de los enfermos.
A comienzos del siglo XIX, con la modernización del Estado Colombiano, la formación de una burguesía nacional y la inclusión de la nación en la economía mundial a través de la expansión de las exportaciones de café, la lepra se convirtió en un obstáculo para el progreso y la civilización. La exageración de las estadísticas de los médicos acerca del número de leprosos en Colombia provocó una reacción de los gobiernos que se dieron a la tarea de establecer el número preciso de enfermos de lepra en el país y de nacionalizar los lazaretos sometiéndolos a un régimen común y aplicando leyes severas de aislamiento obligatorio; hacia los años veinte, se hizo evidente que la estrategia adoptada para controlar la lepra era un fracaso. La nueva administración liberal que tomó el poder en los años treinta, renovó su interés en la modernización y el desarrollo económico y tomó nota de que en el mantenimiento de los lazaretos se gastaba alrededor del 75% del presupuesto total de la higiene. Aspectos centrales de la nueva estrategia de la campaña antileprosa fueron la prevención, a través de la separación de los niños sanos que vivían en los lazaretos y el impulso a la investigación científica orientada a la búsqueda de una vacuna y de una prueba bacteriológica de detección temprana de la enfermedad. La autoridades médicas intentaron imponer un régimen hospitalario en los lazaretos, pero en rigor jamás lo consiguieron. Por esta razón la aplicación de las sulfonas en los años cuarenta no permitió que esta poderosa arma tecnológica tuviera los efectos deseados, ni la ley de 1961 que pretendió restablecer la ciudadanía plena a los enfermos de lepra y eliminar el aislamiento obligatorio, tampoco generó la revolución que la comunidad médica esperaba.