Ecología y cultura en las reservas naturales
“La red de Reservas es una Sociedad Civil es una asociación diseñada para el devenir de Colombia, que cree con Walt Whitman (Red, 1996 y, 2), “que un ratón es un milagro capaz de confundir a millones de incrédulos”.
La creciente preocupación a todos los niveles sobre las relaciones violentas del colombiano con la naturaleza, se debe en gran medida al impulso constante de los grupos ecológicos, las fundaciones sin ánimo de lucro, las universidades, los Cabildos verdes Municipales, las organizaciones indígenas, algunos grupos científicos y la comunidad internacional, sensibilizadas a su su vez por la inmensa Sociedad Civil del primer mundo.
La Red es una continuidad del apostolado de Meremberg en Santa Leticia (Huila), de la Reserva El Guayabo, en el norte del Cauca y de muchos francotiradores convencidos de que el futuro ecológico del país está en la ciudadanía y no en el Estado.
En muchas fincas, anónimos propietarios han conservado durante años pequeñas manchas de bosques multiusos que hoy son islas de vital importancia para nacimientos de agua y no pocas especies de flora y de fauna microendémicas. Estos reductos aislados serían mucho más eficientes, en términos de conservación, si se conciben para un manejo regional y se unen por corredores biológicos que permitan que las especies circulen y se diseminen más ampliamente. Esto baría fácil la integración de áreas de conservación con áreas productivas manejadas por comunidades alternativas ecológicamente sostenibles (Red, 1996, 16).
En las comunidades indígenas tradicionales y en algunas de campesinos, se pueden encontrar formas de convivencia más armónicas con los ecosistemas. Allí la riqueza de recursos genéricos ha estado ligada íntimamente a la producción y mejoramiento cultural.
Aunque no existe una legislación que proteja y estimule a la Sociedad Civil, esta ha demostrado mayor eficiencia que el Estado en la planeación, conservación, educación ambiental, investigación científica y relaciones con las comunidades lo-cales (Red, 1996, 17).
Producto de esta concepción es la intensa campaña de Educación y Capacitación Ambiental al interior de la Red en donde se ofrecen muchas áreas y formas, de las cuales el Mínimo Ecológico tiene la mayor demanda.
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Para rescatar la experiencia estamos trabajando el tema de la RED y los Mínimos Ecológicos, como herramienta de educación ambiental.
Comenzó el trabajo en 1994 y se han recogido las vivencias sobre las Asambleas de la Red, como indicadores de construcción de tejido social y los quince mínimos ofrecidos en ese lapso, en diferentes regiones del país, pero siempre en una Re-serva y para ciudadanos afectivamente ligados al proceso. El trabajo de campo se terminó a finales de 1996.
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Este proyecto implicó y seguirá exigiendo, la participación de mucha gente. El aporte de este material escrito es también una invitación a todos aquellos quienes han sido protagonistas, espectadores, pensadores, financiadores, colaboradores, solidarios, o a quienes sencillamente han estado haciéndole barra a esta dinámica; invitación a enriquecerlo con sus aportes, a enderezarlo, ampliado, actualizarlo... y finalmente -pienso — es un reta apropiárselo y multiplicarlo por todos los rincones de esta Colombia tropical.
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En su presentación final el ejercicio se divide en dos partes cada una con su autonomía de vuelo: es por ello que a ratos podría pensarse en temas repetidos. Realmente son descripciones que en el desarrollo de las Asambleas se hacen necesarias por cuanto constituyen el entorno de la construcción del tejido social; y se vuelve sobre el tema, para subrayar los ecosistemas en los cuales se edifica el concepto Reserva; pero en algunas Reservas se han realizado los dos eventos; Asamblea y Mínimos, por ello, lo reiterativo es obligatorio.
Quedamos con la esperanza del disfrute de la historia y de los recuerdos.”
Tomado de la Introducción de la investigación sometida a la convocatoria.