Marijuana Boom: The Rise and Fall of Colombia’s First Drug Paradise
"Por casi medio siglo, un hombre mestizo de gruesos bigotes representó a Colombia en el escenario internacional. Desde Juan Valdez hasta Pablo Escobar, dos íconos enmarcaron la historia de un país que en tan solo dos décadas pasó de ser una república cafetera, reconocida como una de las democracias más estables de América Latina y un ejemplo de modernización económica, a ser un bastión del negocio de las drogas en el mundo, con un Estado fallido y una sociedad en guerra permanente. Pero antes de que Valdez le diera paso a Escobar, una generación de traficantes de marihuana ya había hecho de Colombia el mayor proveedor de la droga más popular del momento para el mercado más grande de la historia, los Estados Unidos, y protagonizado una guerra violenta en contra del Estado.
Conocidos popularmente como marimberos, estos hombres provenían de la península de la Guajira y de la vecina Sierra Nevada de Santa Marta, una sección de la costa Caribe colombiana cuya pertenencia al Estado-nación ha sido siempre considerada marginal. Aunque los marimberos fueron los pioneros del narcotráfico en Colombia y el primer objetivo de la “guerra contra las drogas” en los países andinos, la bonanza a la que ellos dieron vida es un capítulo casi olvidado de aquellos tiempos inocentes, por así llamarlos, antes de que la industria de la cocaína le pusiera un carro bomba a nuestra historia. ¿Cómo fue posible que una región periférica y sus pobladores se transformaran en la cuna y los protagonistas del tráfico ilícito de drogas que hizo que la república cafetera colombiana se convirtiera en una nación productora de narcóticos? ¿Y cómo fue posible que esa primera bonanza de las drogas ilícitas no solo declinara, sino que además cayera en el olvido? Estas preguntas, que hasta el día de hoy no han tenido una respuesta satisfactoria, forman el punto de partida de este libro.
De acuerdo con el consenso académico existente, el cual se refleja en el saber popular y los discursos mediáticos, la llamada bonanza marimbera fue una anécdota regional producto de la ausencia del Estado en una sociedad de frontera “sin dios ni ley”. De similar manera, dicho consenso ha sostenido que el colapso de esta economía fue producto del avance acelerado del negocio de la cocaína y sus exorbitantes ganancias, la toma de control del país por parte de los carteles dedicados al alcaloide, así como el resultado lógico de las dinámicas de auge y declive. Este libro, en cambio, propone entender la fugaz economía de exportación de la marihuana como un punto de inflexión tan dramático en la historia de Colombia como el que tuvo lugar alrededor del café un siglo antes. Es más, este trabajo también considera dicha bonanza y su declive como un capítulo central en la historia de las relaciones hemisféricas, en tanto que la región productora y exportadora se convirtió en un laboratorio temprano de experimentación de la ‘guerra contra las drogas’ en América Latina.
Organizada en tres partes y seis capítulos, esta historia reconstruye la bonanza marimbera a contrapelo. En la primera parte, el libro examina su ascenso, desde comienzos del siglo XX hasta finales de los 60, como parte del proceso de integración de larga data de esta región a los circuitos políticos, económicos, comerciales, sociales y culturales de la nación, centralizados en el interior andino y orientados hacia los mercados estadounidenses. El libro concluye que la bonanza de la marihuana fue el resultado inesperado de todos los descontentos propios de este proceso de formación de estado-nación y de modernización agraria, no el producto de la ausencia de estos.
El modelo de desarrollo agrícola que por más de medio siglo imperó en lo que entonces se conocía como el Gran Magdalena nunca resolvió los profundos conflictos de tierras, mano de obra y mercados de la región. Al contrario, sus premisas dirigidas a beneficiar a los inversionistas y a los grandes productores exacerbaron dichos conflictos al punto de ebullición. La acumulación de las contradicciones de medio siglo de bonanzas de productos legales, desde la bananera, la cafetera y hasta la algodonera, creó las condiciones para que pequeños productores arrinconados en los valles interiores de la Sierra Nevada y la Serranía del Perijá encontraran en los cultivos ilícitos de marihuana una solución temporal a sus problemas una vez la demanda internacional estalló en los mercados de consumo.
En la segunda parte, el libro analiza el auge mismo, el cual tuvo lugar entre 1972 y 1978, aproximadamente, cuando el contrabando de pequeños volúmenes de marihuana dio paso a una robusta economía exportadora gracias al crecimiento constante de la demanda en Estados Unidos. Así, se multiplicaron los cultivadores en las montañas de la región, mientras la juventud local, que era el resultado de la explosión demográfica, se lanzó a resolver el problema de la intermediación. Hombres jóvenes de pueblos y veredas pusieron su conocimiento del territorio y la sociedad local al servicio de la comercialización del producto y se convirtieron en puentes entre los cultivadores y sus cosechas en los valles interiores de la Sierra Nevada y el Perijá, y los exportadores y sus “conexiones” en las ciudades y puertos.
Siguiendo el ejemplo de generaciones previas de empresarios agroindustriales, los nuevos comerciantes exportadores de marihuana hicieron de la proyección social y cultural una arena esencial para su formación como clase emergente. Por medio de la música vallenata y en parrandas, los marimberos forjaron personalidades públicas que les permitieron presentarse como comerciantes de éxito y hombres de estatus. Con ello, crearon una suerte de economía moral basada en la generosidad y el exceso, la cual estaba enraizada en una masculinidad performativa y en relaciones de amistad y compadrazgo entre hombres. De esta manera, se codean con las élites tradicionales de contrabandistas, ganaderos, bananeros y políticos, se abren camino en la sociedad regional y se establecen como nueva élite, así fuera de manera ilícita y temporal.
En la tercera y última parte, el libro explora la caída de los marimberos durante los años de declive a finales de los 70 y comienzos de los 80, cuando el Estado colombiano en asocio con el estadounidense lanzó el primer capítulo de “la guerra contra las drogas” en el país. Bajo el nombre de Campaña de las Dos Penínsulas, los gobiernos de ambas naciones invirtieron en la solución más agresiva al problema del tráfico creciente entre las penínsulas de La Guajira y La Florida pese a tener otras opciones sobre la mesa. La criminalización de productores y comerciantes y la militarización de la región fue una estrategia estatal deliberada para sortear crisis políticas al interior de ambos países, las cuales venían profundizándose dentro de un contexto de escalamiento de la Guerra Fría a finales de los 70. Sobre el terreno, esta campaña de erradicación de cultivos e interdicción del tráfico contribuyó a desarticular la economía moral de los marimberos, desintegrando los códigos de la “ley del silencio” y la ética de la reciprocidad que permitieron el auge, y abriendo las compuertas para que chismes, rumores, envidia, violencia y traición dominaran las prácticas comerciales, desmoronando el negocio desde adentro.
Esta historia de un poco más de 300 páginas combina periodismo, antropología e historia entretejiendo documentos de archivo con entrevistas temáticas, historia oral y trabajo de campo. La meta era aportar al entendimiento del negocio de las drogas en América Latina con un estudio de caso sobre los orígenes de dicha industria en uno los países más centrales y emblemáticos, una exploración de otros tiempos y otros mundos."
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