Cuando los Pájaros no Cantaban: Historias del Conflicto Armado en Colombia
Cuando los Pájaros no Cantaban: Historias del Conflicto Armado en Colombia
Alejandro Castillejo Cuéllar
Comisionado Director del tomo testimonial, su dimensión sonora y su pedagogía itinerante.
Dentro del Informe Final presentado por la Comisión de la Verdad el 28 de junio de 2022 se encuentra el denominado Volumen Testimonial. Este capítulo, dirigido por el comisionado Alejandro Castillejo Cuéllar, fue el fruto de un exhaustivo trabajo de compilación que buscó componer una polifonía sobre la guerra en Colombia a partir de los relatos en primera persona de quienes vieron trastocadas sus vidas por el conflicto armado. Se trata de un trabajo único, no sólo por la institución que lo produjo, sino también por su propuesta innovadora y disruptiva.
El Volumen Testimonial –considerado como la gran apuesta de memoria de la Comisión– fue concebido en formato transmedia, y está compuesto por el libro Cuando los pájaros no cantaban: historias del conflicto armado en Colombia, la plataforma sonora Sonido y Memoria, y la pedagogía itinerante Lecturas Rituales. Esta últimabusca difundir los relatos en distintas zonas del país, especialmente aquellas que siguen viviendo las consecuencias de la guerra y donde todavía se impone el silencio.
Todas estas piezas componen un trabajo interdisciplinario llevado a cabo con rigor, sensibilidad, respeto y responsabilidad, que logra construir un relato de la barbarie (sin caer en la revictimización) a partir de las voces de 250 personas –de las más de 13.000 que rindieron testimonio ante la Comisión–. Así mismo, este trabajo demuestra que en medio de la guerra en Colombia se han tejido grandes historias de resiliencia y de superación que merecen ser contadas.
Cuando los pájaros no cantaban: historias del conflicto armado en Colombia, el texto que sirve como vertebrador de todo el volumen, está conformado por tres grandes capítulos: El libro de las anticipaciones, El libro de las devastaciones y la vida, y El libro del porvenir. En estos capítulos, que pueden ser leídos y escuchados en cualquier orden, los protagonistas de las historias –víctimas y responsables de hechos de violencia– hablan sobre los diferentes tipos de fracturas que produce la guerra (espaciales, corporales, del lenguaje y temporales), del manejo colectivo del dolor y de los innumerables retos que supone la construcción de paz.
Los relatos, además, tuvieron una intervención mínima, con el fin de mantener la integridad de los testimonios. De acuerdo con el equipo responsable de la publicación, se trató de una decisión editorial y de una apuesta por respetar la oralidad, en su diversidad y riqueza lingüística, de las personas que dieron su testimonio.
La Fundación Alejandro Ángel Escobar ha decidido reconocer este trabajo con el Premio Nacional en la categoría de Ciencias Sociales y Humanas, no solo por su valioso aporte a la investigación en las ciencias sociales y las nuevas perspectivas que abre para los estudios sobre conflicto armado y violencia, sino también por el legado que constituye para las generaciones presentes y futuras en términos de memoria histórica.
Entre otras razones, el jurado evaluador del Premio “…destaca el compendio de testimonios de una amplia franja de colombianos—campesinos, gente urbana, jóvenes, adultos y ancianos, soldados, guerrilleros y paramilitares para ponerlos en diálogo, en el que emerge lo cotidiano, produciendo una serie de textos breves para ser leídos en voz alta en comunidades. A diferencia de muchos libros de testimonios de personas afectadas por el conflicto colombiano, este volumen se concentra en las vivencias de la gente, en vez de revictimizarla con narraciones de los actos violentos. El jurado destaca que los testimonios hablan por sí mismos, y no requieren de ningún tipo de ampliación, justificación o aclaración teórica”.
Datos de contacto:
Puede descargar el libro Cuando los pájaros no cantaban: historias del conflicto armado en Colombia en el siguiente link: https://www.comisiondelaverdad.co/cuando-los-pajaros-no-cantaban. También puede acceder a la Plataforma Sonora en: https://www.comisiondelaverdad.co/volumen-testimonial/
Si está interesado en contactar al equipo investigador puede escribir a acastill@uniandes.edu.co o llamar al número (57) 312 491 1976.
Fundación Alejandro Ángel Escobar. Esmeralda Triana, Coordinadora de premios. Cel. 3106350766. Teléfono. 6019279141
RESUMEN DEL COMISIONADO DIRECTOR DEL TOMO TESTIMONIAL, SU DIMENSIÓN SONORA Y SU PEDAGOGÍA ITINERANTE.
Cuando los Pájaros no Cantaban: Historias del Conflicto Armado en Colombia es un texto que recoge los ecos y las reverberaciones que la guerra dejó y sigue dejando en la vida cotidiana de las personas que la vivieron. Junto con el Informe Final de la Comisión de la Verdad, es también el producto del esfuerzo y la confianza mancomunada de muchas personas para acoger las palabras y sus silencios. Está hecho también de una gran cantidad de sonidos (y de imágenes) que fueron recogidos y producidos a través de un proceso largo de itinerancia por el país.
Es un conjunto de “historias dentro de historias”, finalmente interconectadas, que se centran más en un proceso que llamaría escucha prospectiva: es decir, una escucha que mira hacia adelante sin ingenuidad, leyendo incluso el presente críticamente, más que hacia atrás. En otras palabras, recoge el dolor social y personal pero no se queda circulando en torno a él.
Es también un tejido conectivo de sensibilidades que explora y extiende, incluso en el sentido más radical, la idea de la Comisión de la Verdad como dispositivo de escucha y una caja de resonancia. Cuando los Pájaros no Cantaban nos habla precisamente de ese momento posterior a la debacle cuando el silencio profundo, como una modulación de la negación del otro, se instala y ni siquiera los pájaros cantan.
Es también un tomo integrativo que se plantea la pregunta por una “verdad” no disyuntiva y se centra también en el vínculo que las personas forjan con un pasado violento aún presente: fue la calibración del “oído comisional” en torno a la vida cotidiana (un fenómeno similar al que se da cuando se busca sintonizaruna emisora en el dial de una radio) lo que permitió una escucha desde los términos de quien relata (no desde nuestras obsesiones o preocupaciones académicas), desde sus modos de significar, sentir y “habitar el mundo desde el abismo” y la vida.
Nace de una intuición moral, quizás producto de muchas conversaciones a lo largo de casi treinta años de vida profesional. ¿Cómo relatar la violencia de una forma “distinta”, una que no reitere las estéticas de lo grotesco que han caracterizado nuestras discusiones sobre “memoria” en Colombia desde hace casi dos décadas, siempre más preocupadas por la violencia literal o la “motosierra”? ¿No produce esta estética un efecto de distanciamiento y desdoblamiento de la experiencia?
Creo que el país está saturado, aunque haya una necesidad imperiosa de seguir desenterrando historias. Aún recuerdo, hace unos años, las salas del proceso de Justicia y Paz abarrotadas de periodistas cuando se sabía que oscuros detalles de cuerpos macerados se revelarían ante un juez especial. La minucia existencia, por otro lado, era respondida con salas de audiencias vacías. ¿Cómo le vamos a leer a los niños, si es que debemos, y a los jóvenes? ¿Cómo vamos a capturar la atención de quienes nunca se han interesado por entender el conflicto armado? El libro, como forma textual y sonora, fue pensado para circular.
Luego de estudiar el “dispositivo transicional” durante años, siempre pensé que nuestro único criterio de éxito sería el momento en que un niño cualquiera, en el campo o en la ciudad, llegara a su casa a contarle inquieto a su familia que en el colegio le habían leído una historia del conflicto armado. Esto sería un ejemplo de lo que llamo una red de resonancias, lo más cercano al concepto de “apropiación social del conocimiento”.
De la experiencia acumulada de mucho tiempo, nacen entonces las consideraciones teóricas, metodológicas, pedagógicas y éticas que guiaron desde el comienzo la producción del tomo en tanto objeto, al igual que su dimensión sonora, planeada y desarrollada a través de un método que llamamos itinerarios de sentido, y su pedagogía nómada, las lecturas rituales.
Con estas consideraciones, bosquejadas en un texto que lleva por título Nación, Herida y Narración, nos sumergimos en el gran archivo de la Comisión, intentando hacerle una geología al testimonio, con todo y sus “capas de experiencia”, para escucharlo en sus propios términos. Para eso, nos acercamos a entrevistadores, digitadores, transcriptores, clasificadores y todos aquellos que hicieron parte de ese proceso complejo e inacabado de transmutación que nos llevó de la palabra grabada a la palabra escrita.
El libro fue entonces el producto de una “investigación de la investigación” entendida como un acto de reciprocidad: se requiere escuchar para poder tener una voz propia. Por eso el libro es una polifonía, un conjunto de “voces”, de escalas, registros existenciales y sutilezas organizadas que cuentan un gran relato. Está subdividido en tres partes centrales, que fungen como murmullos continuos desde lo que llamo las largas temporalidadesde la violencia: El Libro de las Anticipaciones, El Libro de las Devastaciones y la Vida, y El Libro del Porvenir.
El primero escudriña lo que sintieron con los sentidos, con la piel o con la intuición, quienes estaban ante la inminencia de la devastación masiva. Sabemos que dañar la vida de un ser humano (y, por qué no decirlo, de un ser más que humano) es de hecho una devastación sin precedentes. El segundo explora (aunque la palabra no me gusta mucho) uno de los “efectos” de la violencia, además de la reproducción sin precedentes de “ausencias” y “silencios”: hablo de las “fracturas” del cuerpo en tanto materialidad, singularidad y significados; del espacio en sus muchas escalas, del tiempo y sus diversas modulaciones personales, históricas y míticas, y del lenguaje como herramienta de guerra, como modo de domesticación. Y la última parte, se concentra en la imaginación social del por-venir, es decir, en la manera como seres humanos y comunidades concretas imaginan el futuro como posibilidad.
En conjunto, relatan la historia del derrumbe y la vida a través de detalles microscópicos de seres humanos, a través de pequeños procesos que llamamos “paz en pequeña escala”. Esto incluyó, además, en mucha menor medida, a una convivencia narrativa (de hecho, una propuesta para repensar los debates sobre “memoria en Colombia”) con quienes portaron armas y sus trayectorias personales. Visto desde la lente de lo cotidiano, quienes combatían en esquinas opuestas compartían más cosas de lo que quisiéramos reconocer.
Todo esto hace de Cuando los Pájaros no Cantaban, un libro heterodoxo, el primero en su género en el paradigma transicional en explorar (así sea parcialmente) no sólo la vida cotidiana como núcleo de significados sino las “violencias de larga temporalidad” y la “naturaleza como sujeto de dolor” (más que como sujeto de derecho), una crítica a la idea de que sólo el ser humano es único locus del sufrimiento. Usando una definición precisa de testimonio en tanto “articulación de la experiencia” logró trasmutar hacia al sonido, a lo performático, a lo corporal, y a lo visual como formas testimoniales, como una serie de puertas y umbrales que se abren, incluso a nivel personal, hacia universos de sentidos distintos, hacia una reelaboración radical de una trayectoria profesional. Pocas veces en la vida se tiene la oportunidad de estar de pie ante la experiencia abismal de lo extraño y la potencialidad de lo incierto.
Creo que en la vida hay sólo dos temas sobre los que vale la pena hablar. Uno es la muerte. El otro es el amor, sobre todo el que nace desde el vacío. En este texto confluyen ambos.
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